viernes, 12 de diciembre de 2014

EL ATRACTIVO TURÍSTICO DE LA PRODUCCIÓN ARTESANAL

Dentro del entramado de relaciones  que se establece entre artesanos y compradores, es necesario tener en cuenta la atracción que pueden provocar determinados aspectos de la cultura de los primeros; fundamentalmente ciertos elementos tangibles de las artesanías como color, forma, diseño, material, tipo de producción, que de alguna manera, se vinculan al mundo de la comercialización.  Me refiero a esas señas de identidad del producto artesanal, específicas de cada zona, que pueden ser captadas con facilidad por compradores o comercializadores y que muchas veces se utilizan como reclamo para motivar una compra, es decir la idea de que una artesanía puede reforzar el recuerdo de un viaje, o bien el apoyo económico o ideológico a una comunidad o medio ambiente en detrimento.

Ahora bien,  en nuestra sociedad occidental, solamente aquellos factores que se publicitan de manera adecuada llegan hasta el público al que van dirigidos.  Para el caso de la artesanía, sólo algunos productos específicos de cada lugar, de cara a su exotismo o las condiciones de éxito turístico de la zona, son los que habitualmente se promocionan.  Pero hay que considerar que una producción artesanal, bien sea por ser considerada exótica o, por estar vinculada a un destino turístico, posee una serie de elementos patrimoniales característicos que configuran su identidad y, que existen grupos e instituciones que son conscientes de su valor, desean su conservación y proyección tanto para los miembros de la comunidad como para los foráneos.

El visitante de un lugar no busca solo descansar, una buena parte de ellos participa en actividades culturales.  En este sentido los museos, monumentos históricos y parques naturales destacan, en las solicitudes de los turistas, como espacios de interés para cubrir estas necesidades.  En la actualidad, no solo la artesanía como producto sino todo su entorno, talleres, artesanos y técnicas se convierten en un reclamo de los visitantes de un lugar.

El hecho de que un turista conozca el patrimonio cultural puede ser altamente positivo; si además se les ofrece una serie de acciones que potencien la asimilación de ese patrimonio.  Así, se conseguirá, por una parte, que éste grupo de individuos comprenda algunos aspectos de la identidad de sus anfitriones, y por otra, que estos últimos se preocupen por activar y preservar elementos que, en otras circunstancias podrían quedar relegados.

No se debe tomar una posición extrema al considerar que, solo gracias al turismo, se puede recuperar la artesanía como patrimonio (ya que el mantener vivo un oficio artesanal depende de la comunidad productora), pero si hay que afirmar que el turismo es de gran utilidad para lograr este fin.
Será cada comunidad, por si misma, quien tenga que ocuparse de inventariar, catalogar, conservar, transmitir y, en su caso, activar el patrimonio propio.  Esta decisión, que debe depender exclusivamente de los miembros de cada grupo, puede ponerse en marcha con el apoyo económico de instituciones o empresas, privadas o públicas.


Un lugar puede darse a conocer a través de sus elementos patrimoniales dentro de los cuales la artesanía tiene un papel preponderante; así, el turista se llevará la imagen que sus anfitriones le ofrezcan y esto, además de proporcionar un beneficio económico, servirá para reforzar la estima que sobre sus factores identitarios tienen los pobladores.

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