jueves, 30 de abril de 2015

Artesanía e industria cultural


El termino industria cultural es un concepto desarrollado por Theodor Adorno y Max Horkheimer para referirse a la capacidad de la economía capitalista, una vez desarrollados ciertos medios técnicos, para producir bienes culturales en forma masiva.  En una definición más amplia, es el sector de la economía que se desarrolla en torno a bienes culturales tales como el arte, el entretenimiento, el diseño, la arquitectura, la publicidad, la gastronomía, el turismo o la artesanía entre otros.

Hoy en día nos encontramos constantemente las palabras “globalización” y “nuevas tecnologías”. Son como palabras mágicas que parecen reflejar la realidad de nuestro tiempo y que inmediatamente asociamos con ideas como rapidez, cambios, comercio electrónico, comunicaciones en tiempo real, viajes y dinamismo.

La actividad del artesano se caracteriza económica y técnicamente por la individualidad del trabajo, con identidad propia, a la hora de producir el bien o servicio, frente al carácter seriado de las producciones industriales.

Ahora bien, frente a toda consideración puramente economista a la hora de analizar y regular la actividad artesanal, habría que fijarse no tanto en, como sucede en las economías de mercado en la obtención de beneficio, sino que habría que buscar que la empresa artesana se modernice, se adapte a las nuevas tecnologías sin perder la autenticidad y los valores que estos trabajos aportan.

La artesanía con todo su acervo cultural y técnica, es parte también de otras actividades económicas modernas, configurando lo que se ha llamado la “nueva artesanía”, es decir, la artesanía como industria cultural.

La actividad económica artesana no es importante solo por sí misma, sino por la conexión que tiene con otras actividades y sectores económicos. Incluir el sector artesano dentro de las industrias culturales, denota la importancia económica que puede tener su desarrollo para una región.

La artesanía, como parte de las industrias culturales, se ha convertido en un factor importante a considerar en las economías modernas; ya que no solo contribuyen con el crecimiento económico de los países, generando empleo e ingresos para miles de familias, sino que también ayuda a transmitir y mantener las raíces culturales e identidad de las naciones.

La UNESCO sostiene que existe una industria cultural cuando los bienes y servicios se producen, reproducen, conservan y difunden según criterios industriales y comerciales, es decir se producen en serie y aplicando estrategias de tipo económico.

Otros autores como Zallo en su libro “Economía de la comunicación y la cultura”(1988) se refieren a las industrias culturales como el conjunto de ramas industriales productoras y distribuidoras de mercancías con contenido simbólico, concebidas gracias a un trabajo donde interviene la creatividad e imaginación, organizadas por un capital que se valoriza y destinadas a un mercado de consumo, con fines de producción ideológica y social.

En el ámbito de la producción artesanal como parte de las industrias culturales, algunos países industrializados otorgan mucha importancia a las artesanías, un ejemplo de ello se encuentra en Italia. Se estima que para el año 2001 el 24% de sus empresas eran artesanales, además que la exportación de las artesanías representaba el 17% del PIB. En Colombia la producción de objetos artesanales produjo para el mismo año unos 400 millones de dólares, además de que las exportaciones de estos objetos ascendieron a 40 millones de dólares. Para la misma época, se estimaba que México, contaba con 2.8 millones de artesanos de tiempo completo, además de 4 millones más de tiempo parcial, lo que hace un total de 6.8 millones de artesanos.

Sin duda el sector artesano no solo es representante de nuestra identidad cultural, sino que además se convierte en eje fundamental para economías en desarrollo.

Hablar de cifras económicas nos lleva a plantearnos la competitividad del sector artesano. De acuerdo con Porter, para crear ventaja es necesario percibir las nuevas formas de competencia, además de asumir riesgos y hacer inversiones para ponerlas en práctica. De esta manera, la ventaja competitiva se origina de la forma en que las empresas organizan y llevan a cabo actividades discretas. Por lo que las empresas crean valor para sus compradores por medio de la realización de estas actividades.

La ventaja competitiva a la que Porter hace referencia, puede verse reflejada en tres aspectos fundamentales, el liderazgo en costos, la diferenciación y el enfoque. El liderazgo en costos se centra en los bajos costos y bajos precios para atraer más clientes, los artesanos pueden liderar este aspecto ya que tiene el poder de fijar precios por sus artesanías, al controlar los medios de producción. La diferenciación, se basa en el desarrollo de técnicas tradicionales, utilización de materias primas naturales y expresiones culturales que dotan a cada objeto artesanal de un diseño único. Por último el enfoque, que cubre las necesidades de un segmento particular o nicho de mercado, aspecto importante a considerar ya que el desarrollo de productos dependerá de a quien se quiera dirigir el objeto.

Como vemos la artesanía está dotada de todas las cualidades necesarias para considerarse una industria pujante. El concepto de industria cultural nos lleva a pensar en la artesanía como un bien de consumo masivo, lo que no está mal desde el punto de vista económico por el beneficio que puede tener su fomento al interior de las sociedades productoras. Sin embargo hay que prestar atención a no olvidar el componente cultural de la artesanía.

Hay que apoyar la difusión y el acceso de las artesanías al mundo, pero no por su modelo económico sino por su carácter identitario. Propongo una política alternativa en el que vender o ampliar el público consumidor no sea su único objetivo, ni siquiera un consumidor consiente del valor del producto artesanal.  La industria artesana debe hacer posible la experiencia de apropiación y de invención, debe ser capaz de producir un movimiento de recreación permanente de su identidad.

En el análisis hecho a lo largo de este articulo  se ha visto como las industrias culturales han tomado un papel muy importante en la preservación de la cultura e identidad nacional, además de que el impulso de las mismas es un factor a considerar como parte del crecimiento económico de los países.

Retomando el título de este artículo “artesanía e industria cultural”, podemos ver en la artesanía una actividad que da empleo a muchas comunidades, además puede verse como una alterativa para el desarrollo comunitario.

El sector artesanal colombiano conjuga grandes problemas socioeconómicos, pero a la vez tiene un gran potencial de comercialización y exportación. Son necesarias políticas para mejorar las condiciones y mucha capacitación para la generación de estrategias empresariales para la demanda interna y el mercado externo.

En la actualidad, la industria cultural es un sector incipiente en Colombia. El desarrollo limitado de las industrias culturales en el país, no significa de modo alguno, dar la espalda a una actividad productiva, más bien debe ser un espacio para actuar oportunamente planeando su desarrollo y crecimiento.


martes, 14 de abril de 2015

Artesanía valor cultural y empresarial



El sector artesano se encuentra inmerso en un mundo donde los valores culturales están sometidos a las leyes del mercado, la propia supervivencia de este bien cultural depende de la capacidad de organizarse adecuadamente como empresa en cuanto a su producción, canales de comercialización y venta.

La mayor parte de los artesanos latinoamericanos no están organizados como empresas legalmente constituidas y comparten su actividad con otra ocupación remunerada, puede tratarse de tareas del campo, o bien en el caso de las mujeres compartir esta actividad con las labores de cuidado del hogar y los hijos. Todo ello lleva a una infravaloración de la producción artesana.

Por otro lado encontramos que el gobierno trata a los artesanos como cualquier otra industria de cualquier sector, sin tener en cuenta las características diferenciales que reviste el sector artesano.
La artesanía es una actividad económico-cultural, por lo cual es importante comenzar por definir claramente el término.

La artesanía, como producto folclórico, ha conformado rasgos distintivos de nuestra identidad, como individuos y como colectivo. Este proceso está determinado por el medio ambiente y la realidad cultural, social y económica de cada zona. Las creencias, artes, valores, prácticas y tradiciones que se transmiten de generación en generación, sugieren una memoria que vive el presente a la vez que ponen en valor las experiencias ancestrales en la cotidianidad de su quehacer.

La artesanía se puede concebir desde tres dimensiones:

  • El artesano: como creador y constructor de cultura.
  • La actividad artesanal: como proceso en el que se aplican técnicas y prácticas artesanales tradicionales y contemporáneas, y como proceso productivo que provee de medios de vida al artesano.
  • El producto artesanía: expresión de identidad y de la cultura autóctona nacional, regional y local.


En referencia al sector artesanal estos tres componentes no pueden separase, se hallan interrelacionados los unos con otros y son la fuente de valor como producto folclórico.

La definición del sector artesano es un tema complejo ya que no existe un criterio unificado sobre qué tipo de actividades económicas pueden considerarse como artesanas. El concepto de artesanía ha evolucionado de forma diversa a lo largo de la historia y ha adoptado diferentes acepciones. En la actualidad, su definición sigue siendo heterogénea y se analizada desde diferentes perspectivas.

A nivel internacional, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), define la artesanía de la siguiente manera:

“Los productos artesanales son los producidos por artesanos, ya sea totalmente a mano, o con la ayuda de herramientas manuales o incluso de medios mecánicos, siempre que la contribución manual directa del artesano siga siendo el componente más importante del producto acabado. Se producen sin limitación por lo que refiere a la cantidad y utilizando materias primas procedentes de recursos sostenibles. La naturaleza especial de los productos artesanales se basa en sus características distintivas, que pueden ser utilitarias, estéticas, artísticas, creativas, vinculadas a la cultura, decorativas, funcionales, tradicionales, simbólicas y significativas religiosa y socialmente”. (1997)

Esta definición bastante amplia, no hace diferencia alguna entre las categorías artesanales y, sin embargo enfatiza la preponderancia del trabajo hecho a mano y los diferentes usos que puede llegar a tener un producto. Todo lo contrario sucede con el legado “tradicional”, lo cual permite entrever la característica de transformación y adaptación que tiene el producto artesanal, pero sin comprometerse en ninguna afirmación. De acuerdo a esta definición todo producto elaborado en su mayor parte a mano puede ser considerado como producto artesanal.

En Colombia se acepta la definición, proporcionada por Artesanías de Colombia S.A.:

“Actividad de transformación para la producción creativa de objetos finales e individualizados (productos específicos) que cumplan una función utilitaria y tienden a adquirir el carácter de obras de arte; actividad que se realiza a través de la estructura funcional e imprescindible de los oficios y sus líneas de producción, que se llevan a cabo en pequeños talleres con baja división social del trabajo y el predominio de la aplicación de la energía humana, física y mental, generalmente completada con herramientas y máquinas relativamente simples; actividad que es condicionada por el medio geográfico, que constituye la principal fuente de materias primas, y por el desarrollo histórico del marco sociocultural donde se desarrolla y al cual contribuye a caracterizar”.

Los oficios artesanales se constituyen a partir de especializaciones dentro de estructuras funcionales del saber. De esta manera se objetualiza el conocimiento, al transformar un determinado género de recursos materiales (materias primas), mediante la aplicación de unos procedimientos e instrumentos específicos que permiten la obtención de unos bienes.

Esta visión ofrece dos elementos fundamentales. El primero, la importancia que adquiere el oficio y su especialización como forma de división del trabajo. Y el segundo, la necesidad de elevar a obra de arte el objeto, con el fin de que el producto sea más apreciado y mejor pagado tanto en mercados nacionales como internacionales.

La artesanía en Colombia puede ser considerada como expresión material de su cultura donde lo indígena, lo afro y lo europeo, se mezclan y funden sin una división clara de donde empieza o termina la una o la otra. De esta forma cada producto aunque conserve rasgos particulares de la comunidad productora, se ve influido bien sea en sus técnicas, materiales, usos o significados por otras expresiones culturales.

De la misma manera, cuando se analiza la artesanía, debe tenerse en cuenta la introducción de productos dentro de un mercado. Este hecho, provoca que el artículo se vea influenciado por aspectos culturales y económicos, tanto nacionales como internacionales.

Consecuentemente se puede afirmar, que la artesanía parte de los productos “tradicionales” (que incluyen sus técnicas, materiales, morfologías, usos o significados). Pero que, a su vez, adopta elementos ajenos a la tradición provenientes de grupos externos al productor como una evolución propia de la identidad de individuos y colectivos inmersos en un mundo globalizado.

Concluyendo, por artesanía se entiende, la producción de objetos materiales locales que se introducen en dinámicas de mercado de compra venta. En estas prevalece la producción manual, el uso de materias primas naturales, el empleo de técnicas transmitidas por tradición junto a otras formas de creación. En este sentido, se incluyen elementos artísticos, estéticos, culturales, morfológicos, de uso y significado a las que está expuesto el artesano productor, bien sea por tradición o evolución. Todas ellas pueden ser consideradas como una expresión de identidad y de cultura autóctona nacional y se ven influidas tanto por el desarrollo histórico, geográfico y marco sociocultural donde se producen, como, por elementos ajenos a la tradición provenientes de grupos externos al productor.

Esta definición propia, fruto del análisis de diversos documentos, servirá de base para entender la producción artesanal y la artesanía, como manifestaciones presentes en la industria cultural.

Para concebir el producto artesanal como producto folclórico, las sociedades dejan atrás los limites cerrados de la cultura de la élite, para contener también los testimonios de la memoria de la comunidad. Un recuerdo dinámico que además de conservar los valores heredados, suma nuevos a partir de cambios, transformaciones y sustituciones que su dinámica le ha permito conocer.

Así, el patrimonio cultural de una nación está compuesto por los productos de la cultura popular que incluyen los bienes materiales y simbólicos, elaborados por los grupos subalternos (García Canclini, 1999). No sólo abarca los bienes materiales, sino que también involucra a los elementos naturales, culturales, materiales y/o inmateriales del pasado o del presente en los cuales se reconoce un determinado grupo social.

Las artesanías evidencian ese proceso de construcción social del patrimonio como desarrollo productivo y tecnológico asociado a las prácticas de la vida cotidiana.

En el siguiente gráfico se puede observar algunas de las características más sobresalientes de la artesanía como elemento cultural.


La UNESCO define a la artesanía como una de las formas que asume la cultura tradicional y popular para representar el conjunto de creación de una comunidad cultural. Además, reconoce que se funda en la tradición y es una expresión de su identidad cultural y social.[1]

Por otro lado, los conservacionistas del patrimonio promueven acciones para preservar lo que ellos consideran la esencia de un producto artesanal, estableciendo unos valores y categorías de lo que “es tradicional”. Los mercantilistas por su parte, consideran al patrimonio como recurso renovable cuyo valor depende de los requerimientos del mercado, a cuya satisfacción está orientada casi exclusivamente la explotación del mismo y promueven intervenciones de corte comercial destinadas a satisfacer tales demandas.

La artesanía se debate entre inmutabilidad (condicionada por las formas de producción, materias primas, técnicas y conocimientos heredados y/o aprendidos del artesano) y su adaptación a las supuestas necesidades del mercado y vivencias de sus productores.

Consecuentemente en la artesanía se observa una dinámica que articula tradición y modernidad, un espacio único de creación, en donde el artesano está continuamente expresando lo que encuentra en su cotidianidad, un proceso tan cambiante como lo vivido. Efectivamente, la artesanía no es un producto estático, está en continuo cambio de la misma forma en que lo hace la cultura, adaptándose y configurándose a nuevas realidades.

Es claro que la artesanía está relacionada directamente con la identidad y constituye una pieza fundamental del desarrollo de la creatividad. Con la artesanía nos integramos a las llamadas industrias culturales como vía de acceso a la modernidad en una plataforma funcional de productividad.



[1] Recomendación sobre la salvaguardia de la cultura tradicional y popular. Paris, 15 de noviembre de 1989. 25° Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.